jueves, 6 de noviembre de 2014

Lo superpoderoso como justificación del mal



Si Dios existe, todo está permitido
No, no me he equivocado al juntar palabras: he dicho que si Dios existe, todo está permitido. De primeras esto suena raro. ¿No se supone que es precisamente cuando hay un Dios que todo se prohíbe? Los religiosos nos quieren negar el derecho al aborto, cargan contra la búsqueda del placer, recelan del sexo fuera del matrimonio, no quieren que dos personas del mismo género se casen... La religión usa a Dios para justificar la represión y reconducir los comportamientos humanos "inadecuados".

Bueno, sí, esto suena lógico. Pero por otro lado, ¿no estamos viendo día tras día cómo los fundamentalistas islámicos de Oriente Medio cometen atrocidades inhumanas? Violaciones, torturas, crucifixiones, venta de esclavas sexuales, asesinatos en masa, adoctrinamiento, instauración de sistemas totalitarios por doquier... Es un poco como si todo estuviese permitido, como si estos yihadistas fuesen libres de hacer lo que les venga en gana. Parece que cuando hay un Dios, se puede justificar absolutamente todo comportamiento.

Esta idea no es mía, sino del filósofo Slavoj Zizek. Y no sólo afirma que si existe un Dios, entonces todo está permitido. Estas afirmaciones, aparentemente sin demasiado sentido, tienen una explicación fundada en el psicoanálisis:
Como indica Lacan, si Dios existe, entonces todo está permitido. Y, ¿no es ésta la definición más exacta del problema del fundamentalismo religioso? Para el fundamentalista, Dios indudablemente existe, y como se considera su instrumento, puede hacer lo que le plazca: sus actos están redimidos de antemano, puesto que son expresión de la voluntad divina…
También establece como cierto lo contrario: si Dios no existe, entonces todo está prohibído. 
Una mirada rápida a nuestro horizonte moral confirma que es una mucho más apropiada descripción del comportamiento ateísta liberal/hedonista: ellos dedican su vida a la búsqueda de placeres, pero a raíz de que no hay una autoridad externa la cual pudiera garantizarles espacio personal para esta empresa, se enredan en una gruesa red de regulaciones auto-impuestas y “políticamente correctas”, como si estas fueran responsables de un superego mucho más severo que aquel de lo moralmente tradicional. Ellos por lo tanto se obsesionan con la preocupación de que, persiguiendo sus propios placeres, pudieran violar el espacio de otros, y por lo tanto regulan su comportamiento mediante la adopción de detalladas prescripciones sobre cómo evitar “acosar” a otros, junto con el no menos complejo régimen del cuidado-de-sí-mismo (buena salud, comida saludable, relajación espiritual, y demás). Hoy en día, nada es más opresivo y regulatorio que el ser un simple hedonista.
O dicho en otras palabras: el ser humano necesita de una autoridad externa que le permita justificar ciertas acciones. Por ejemplo, en principio a nadie se le pasa por la cabeza secuestrar un avión y estrellarlo contra dos rascacielos del centro de Nueva York. Pero si hay algo superpoderoso que te lo permite (o que directamente te lo impone), entonces la cosa cambia. Vemos cómo Dios nos da la libertad de hacer cosas que de otro modo no nos atreveríamos a hacer.
Pero, ¿qué ocurre con la modernidad atea y hedonista, de la cual todos los occidentales participamos? No tenemos ningún Dios y no creemos en autoridades morales. O sea, que en teoría somos libres de hacer lo que nos dé la gana, de excedernos, de sobrepasar cualquier límite. A lo loco. Pero en cambio vemos cómo estamos continuamente cercados por límites autoimpuestos: sexo sí, pero tampoco demasiado que sino eres una ninfómana, comida sí, pero no te pases que es malo para la salud, café sí, pero como mucho uno al día, droga vale pero cuidado que puedes acabar drogadicto; extremismo político vale, pero sólo si eres un joven confuso. Vemos que todo se modera en nombre del respeto por los demás y de lo políticamente correcto. Joder, ¡si hasta han inventado la Coca-Cola sin azúcar ni cafeína! ¿Eso qué coño es? Eso no es Coca-Cola ni es nada.

Zizek explica que, como no tenemos una autoridad moral, algo superpoderoso (como Dios), que nos permita justificar nuestros excesos, nos hemos inventado "una gruesa red de regulaciones auto-impuestas" en nombre de lo sano, lo correcto, incluso lo moderno.

Pactar con Dios, un buen trato
Desde la izquierda, y desde la modernidad en general, entendemos que el pacto que hacen los cristianos con Dios es un poco absurdo. De hecho ni lo entendemos. Más aún, ¿qué significa pactar con Dios? La verdad es que no lo sé.

El caso es que, pese a que esa relación entre Dios y el creyente (que reza, se confiesa y explica los fenómenos en parte por la voluntad de ese ser superpoderoso) se nos presenta como algo gris, antiguo, aburrido y hasta ridículo, la verdad es que no es ninguna tontería. Al contrario: es un buen negocio. 
Zizek utiliza para explicar esto una película títulada Sonrisas y lagrimas, en la cual una monja (que destaca por su vitalidad y su deseo por el propio deseo) siente impulsos sexuales y amorosos hacia un hombre, pero al sentirse culpable por tales impulsos los rechaza. El caso es que acaba confesando sus sentimientos a la madre superiora (la monja jefa, la que manda). Y de pronto esta, en lugar de reprenderla o castigarla, se pone a cantar. Concretamente entona una canción que dice "Climb every mountain/ Cross every stream/ Follow every rainbow/ 'Till you find your dream", que traducido significa "escala cada montaña, cruza cada arroyo, sigue todos los arco iris, hasta que encuentres tu sueño". Estaremos de acuerdo en que parece un slogan de alguna gran marca, o la letra de alguna canción hedonista de un grupo indie anglosajón. Lo que viene a decir es: "haz lo que quieras, sigue tus deseos sin que nada te detenga".

¿Y cómo puede ser que una monja, y encima una de las que tienen autoridad, dé ese mensaje a otra monja enamorada? Zizek opina que los comunistas yugoslavos hicieron bien en censurar precisamente esa escena cuando salió la película, porque en ella está el verdadero atractivo de la Iglesia Católica. 
Si lees propaganda católica inteligente y de verdad intentas vislumbrar el pacto que ofrece, no se trata de prohibir (en este caso el placer sexual), es un contrato mucho más cínico. Lo que obtienes es un permiso obsceno y divino: estás cubierto por Dios. Puedes hacer absolutamente lo que quieras
Es un poco la idea que subyace en el perdón cristiano: si pido perdón todo está solucionado. Como cuando los políticos conservadores piden perdón por los casos de corrupción y se creen que así todo está en orden. Eso proviene obviamente de la cultura católica, una cultura que lejos de prohibirlo todo te da libertad para hacer lo que quieras siempre y cuando te mantengas del lado de Dios. Un gran negocio, ¿no?

Por poner otro ejemplo, esta vez español, de la utilización de Dios para permitir conductas "malas" podríamos hablar de un personaje de la serie La que se avecina, Berta, que es ultracatólica y se pasa el día en misa. El caso es que Berta un día se harta de que su marido no le haga ni caso y se enrolla con el portero de la finca, Koke (y más adelante con más vecinos). Pese a que se siente muy culpable, lo soluciona todo de una forma muy sencilla: confesándose. Cuando alguien le recrimina su infidelidad, dice que ella ya pagó por sus pecados y que por tanto está perdonada por sus actos. O dicho de otro modo: yo, católica, hago lo que me sale del coño porque luego hay un señor todopoderoso que me legítima y me lo perdona todo. Y todos felices. Una prueba más de esta instrumentalización de Dios es que muchas veces cuando a Berta le sacan el tema de su infidelidad se besa la cruz que lleva colgada al cuello y dice "¡Santo Dios!" o "¡Virgen Santa!".

Sin embargo lo superpoderoso, es decir lo irresistible y lo que todo lo puede, no solo se encarna en Dios ni en las religiones. Como veremos de inmediato hay más cosas "superpoderosas" que podemos utilizar para justificar el mal o la realización de nuestros deseos.

El capitalismo y sus leyes
Una vez un profesor mío de Historia me dijo con tono paternalista que los grandes empresarios que llevaban sus fábricas e inversiones al tercer mundo en busca de mano de obra barata no eran en absoluto malas personas ni gente a la que hubiese que recriminar. Es que no les queda otra. Ellos no quieren, pero las leyes del capitalismo les obligan a llevarse la producción a otra parte.

Del mismo modo tenemos que quienes especulan con alimentos en la bolsa de Chicago, quienes poseen miles de viviendas mientras hay miles de personas que no pueden permitirselas, quienes se ganan la vida en la producción armamentística, quienes contaminan, quienes talan hectáreas y más hectáreas de bosques y junglas para lograr beneficios económicos, todos esos, no son malos. Lo que ocurre es que no tienen otra opción. There is no alternative, que diría Margaret Thatcher.
Vemos cómo lo superpoderoso no sólo puede remitir a un Dios, sino que también puede hacer referencia a un sistema económico concreto, con sus leyes y sus características. Aquí el capitalismo actúa como una autoridad económica contra la que nada se puede hacer y que permite a una serie de actores (pienso especialmente en los empresarios y los banqueros, pero la cosa no acaba ahí) llevar a cabo con libertad acciones que no podrían legitimarse sin la existencia de esa autoridad.

Digamos que mientras los fanáticos y fundamentalistas arrasan el mundo en nombre de Dios, los capitalistas lo hacen en nombre del propio capitalismo. Este sistema te legítima para despedir a padres de familia, recortar en sanidad y educación y lanzar napalm sobre niños vietnamitas, todo en nombre de la "libertad" y del Dios mercado.

¿No es acaso lo mismo que hacen los religiosos? Ponen algo superpoderoso en la cima del mundo y desarrollan una serie de actos que en otro caso no se atreverían a realizar.

***

Del mismo modo, quizás podríamos añadir a la categoría de cosas superpoderosas que hacen que todo esté permitido a los dictadores y al determinismo social consciente

Los primeros (especialmente en regímenes totalitarios) han dado pie a una serie de atrocidades que no estaban necesariamente en los planes de los propios dictadores. Pienso por ejemplo en las cientos de miles (posiblemente hasta millones) de violaciones que los soldados alemanes llevaron a cabo en la Segunda Guerra Mundial en nombre de la raza aria y la voluntad del führer. Sin embargo Hitler, que se sepa, jamás dio orden de ir por ahí violando a mujeres eslavas y judías. Pero sin duda aquellos soldados se sintieron legitimados por el dictador nazi (que era prácticamente un Dios a sus ojos) para cometer todo tipo de atrocidades. Si el führer existe, todo está permitido.

En cuanto al determinismo social consciente, podemos definirlo como aquella situación en la que eres consciente de que tus formas de actuar y de ver el mundo son consecuencia de tu entorno social. Por ejemplo, cuando actúas de forma machista pero eres perfectamente consciente de que lo haces porque vives en un mundo machista que te ha transmitido los valores del patriarcado. Esto puede perfectamente servir de excusa. Por ejemplo, imaginemos a un hombre al cual reprenden por sus acciones machistas y responde "ya, si a mi no me gusta hacer estas cosas, pero es que vivo en una sociedad machista y esto es lo que me ha enseñado", O sea, sabes lo que haces y por qué lo haces pero aún así no dejas de hacerlo en nombre de algo superior a lo cual no puedes resistirte.

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